— Perdón por haberte lastimado
— Yo no te lo voy a perdonar nunca, nunca. Que lástima que hayas desperdiciado la tercera oportunidad que te di.
Lo único que me acuerdo de ese interminable sueño que invadía mis pensamientos el sábado a las doce del mediodía.
Esas fueron las exactas palabras que me salieron decir cuando escuché su "perdón" claramente saliendo de él. Me quedaron tantas, tantas cosas por decir, pero a veces sé que es mejor no decir nada, y hoy le estoy diciendo adiós sin siquiera verlo, porque no necesito hacerlo.
Lo mejor que me pudo pasar.
Pido piedad por tí, que no mereces nada de lo que yo te di
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