Sí, ahí estaba, igual, muy igual.. pero tenía algo distinto. La tensión podía fácilmente percibirse en el ambiente, un ambiente con mucha gente.. pero aún así se percibía. Lo vi. Escalofriantes temblores de angustia recorrieron mi cuerpo, y mi vista se nublaba por un agua de un gusto salado, que no se animaba a caer de mis ojos.
Así como prometí que jamás haría esto de nuevo lo estoy haciendo, no sé bien la razón, pero lo necesito.
Rápidamente agarré a mi acompañante de la mano, o me agarró.. no sé bien. La apreté fuerte, descargando cualquier energía nerviosa, o de tristeza en aquél apretón. Tenía que contenerme de hacer cosas que estando mucho más loca de lo que estoy haría. Ir y gritarle todo lo que siento, odiarlo por eso, y dos minutos después hacer como si no hubiera pasado nada.
Miré para abajo, y luego me volví hacia la ventanilla, me reía y mordía mis labios para no dejarme llevar por mi automático instinto de llorar. Por más que lo quisiera, no era invisible. Me notaron ahí, estaba.. existía. Lo toqué, me miró, lo miré. Realmente no podía creerlo, era desconcertante. Era la situación más ilógica de mi vida.
Demás está decir que en pocos minutos se me pasaron seis meses por la cabeza. Mi nudo en la garganta logró desaparecer cuando llegamos a destino.